Una perspectiva "activa", en la que el juego y los juguetes son
considerados como "materiales útiles" para el desarrollo psicomotor,
sensorio motor, cognitivo, del pensamiento lógico y del lenguaje en el
niño, abriría de forma inmediata el camino de Piaget para la elaboración
de una Teoría estructuralista del juego, a partir de los estudios sobre
la dinámica interior de las funciones mentales del niño.
Piaget
incluyó los mecanismos lúdicos en los estilos y formas de pensar
durante la infancia. Para Piaget el juego se caracteriza por la
asimilación de los elementos de la realidad sin tener aceptar las
limitaciones de su adaptación.
Esta Teoría piagetiana viene expresada en "La formación del símbolo en el niño"
(1973, 2 º reimpresión.) en donde se da una explicación general del
juego y la clasificación y correspondiente análisis de cada uno de los
tipos estructurales de juego: ya sean de ejercicio, simbólicos o de
reglas.
A) Principios teóricos de la Teoría de Piaget:
Cuando
el bebé se chupa el pulgar, desde el segundo mes, o agarra los objetos,
en torno a los cuatro o cinco meses, cuando después los agita o aprende
a lanzarlos, está poniendo en marcha dos tipos de mecanismos.
Los
de de acomodación, ajuste de los movimientos y de las percepciones a
las cosas, y otro de asimilación de esas mismas cosas a la comprensión
de su propia actividad.
Hay pues una asimilación de lo real a sus incipientes esquemas sensorio-motores bajo dos aspectos que se complementan.
1.- Asimilación funcional o reproductora: repetición activa que consolida determinadas acciones.
2.- Asimilación mental mediante la percepción o concepción del objeto
en función de su incorporación a una acción real o posible. Cada objeto
es asimilado como "algo para"...chupar, agarrar, sacudir...etc.
Es
importante señalar que esta asimilación "primitiva" se encuentra
centrada sobre el sujeto concreto, no es objetiva, "no es todavía
científica", es de carácter egocéntrico.
A medida que el niño
repite sus conductas por "asimilación reproductora", las cosas son
asimiladas a través de las acciones y éstas, en ese momento se
transforman en esquemas: esquemas de acción.
El esquema de "algo para" chupar, p.ej.
Se produce entonces una auténtica revolución cognitiva mediante la cual los esquemas se convierten en ideas o conceptos.
B) El juego y su clasificación a partir de los principios teóricos de Piaget.
El
juego infantil es sencillamente producto de la asimilación, haciendo
participar como "elemento asimilador" a la "imaginación creadora".
Después
de haber aprendido a coger, agitar, arrojar, balancear, etc.,
finalmente el niño agarra, balancea, etc., por el mero placer de
lograrlo, por la sencilla felicidad de hacer este tipo de cosas y de ser
la causa de esas acciones. Repite estas conductas sin que le supongan
un nuevo esfuerzo de asimilación y por mero "placer funcional".
Se trata del "juego de ejercicio".
En
la medida que se desprende de la acomodación sensorio-motora y con la
aparición del pensamiento simbólico en la edad infantil (de 2 a 4 años),
hace su aparición la ficción imaginaria y la imagen se convierten ahora
en símbolo lúdico.
A través de la imagen que el niño tiene del
objeto lo imita y lo representa. Aparece así "el objeto símbolo", que no
sólo lo representa sino que, también, lo sustituye. Un palo sobre el
que se cabalga, representa y sustituye a la imagen conceptual del
corcel, que en realidad es un caballo ligero de gran alzada.
Se produce entonces un gran salto evolutivo: desde el plano sensorio-motor hemos pasado al pensamiento representativo.
Se trata del "juego simbólico"
"El juego simbólico - dice Piaget - es al juego de ejercicio lo que la inteligencia representativa a la inteligencia sensorio-motora" (Piaget, 1973, pág. 222)
El
juego simbólico es, por tanto, una forma propia del pensamiento
infantil y si, en la representación cognitiva, la asimilación se
equilibra con la acomodación, en el juego simbólico la asimilación
prevalece en las relaciones del niño con el significado de las cosas y
hasta en la propia construcción de lo que la cosa significa. De este
modo el niño no sólo asimila la realidad sino que la incorpora para
poderla revivir, dominarla o compensarla.
Con los inicios de la
socialización, hay un debilitamiento del juego propio de la edad
infantil y se da el paso al juego propiamente preescolar, en el que la
integración de los otros constituye un colectivo lúdico en el que los
jugadores han de cumplir un cierto plan de organización, sin el cual el
juego no sería ciertamente viable.
Se trata, finalmente, del "juego de reglas"
Si,
como hemos visto, los juegos sensorio-motores comienzan desde los
primeros meses y cómo a partir del segundo año hace su aparición el
juego simbólico, será a partir de los cuatro años y hasta los seis, en
un primer período, y de los seis a los once, en un segundo período más
complejo, cuando se desarrollan los juegos de reglas.
Y así como
el símbolo reemplazó al ejercicio, cuando evoluciona el pensamiento
preescolar y escolar, la regla reemplaza al símbolo.
Estos juegos
de reglas van a integrar y combinar todas las destrezas adquiridas:
combinaciones sensorio-motoras (carreras, lanzamientos, etc.,) o
intelectuales (ajedrez) con el añadido de la competitividad (sin la que
la regla no sería de utilidad) y bajo la regularización de un código
normativo vinculado a la naturaleza del propio juego o por simples
pactos puntuales e improvisados.
"La regla - sostiene Piaget - tan
diferente del símbolo como puede serlo éste del simple ejercicio,
resulta de la organización colectiva de las actividades lúdica"
Así
las reglas incluirán además, en la dad del colegio, esa otra exigencia,
la de la victoria o la derrota, la de la competitividad.
Al
principio los jugadores suelen ser pocos y las alteraciones de las
normas muchas. Pero con el paso a la escolaridad se irá alcanzando un
equilibrio sutil entre el principio asimilador del Yo, que es
consustancial a cada juego y la adecuación de éste a la vida
lúdico-social.
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